jueves, 15 de abril de 2010

AMBIENTES DE APRENDIZAJE


Teniendo en cuenta las ventajas que nos brinda un ambiente adecuado, se solicito a las aprendices ambientar el salón de clases y en la foto podemos observar el resultado de dicha petición.

Ventajas de un ambiente adecuado

En el ámbito educativo el ambiente hace referencia a la organización del espacio, disposición y distribución de los recursos didácticos, el manejo del tiempo y las interacciones que se permiten y se dan en el aula. “Se trataría de proyectar lugares donde reír, amarse, jugar, encontrarse, perderse, vivir… Un lugar en donde cada niño y cada niña encuentren su espacio de vida”.

Así mismo, expone cómo el ambiente es una fuente de riqueza, una estrategia educativa y un instrumento que respalda el proceso de aprendizaje, pues permite interacciones constantes que favorecen el desarrollo de conocimientos, habilidades sociales, destrezas motrices,etc., el ambiente es un concepto vivo, cambiante y dinámico, lo cual supone que el ambiente debe “[…] cambiar a medida que cambian los niños, sus intereses, sus necesidades, su edad y también a medida que cambiamos nosotros, los adultos, y el entorno en el que todos estamos inmersos”.

Un ambiente permite en los niños y las niñas el desarrollo social, emocional, cognitivo y físico. El ambiente es en donde se desarrolla la autonomía, el autocontrol, la iniciativa, el pensamiento concreto y literal, se potencia el lenguaje, el pensamiento abstracto, la motricidad gruesa y fina, entre otros; por otra parte “[…] para los pequeños, el ambiente físico es primordial. El tamaño del salón y las áreas de juego exteriores, el color de las paredes, la clase de muebles y de piso, la cantidad de luz y el número de ventanas, todo influye en el aprendizaje”.

En general, se puede entender el ambiente como un entorno dinámico, con determinadas condiciones físicas y temporales, que posibilitan y favorecen el aprendizaje o desarrollo de las dimensiones del ser humano dependiendo, de su edad.


DESARROLLO DE LOS NIÑOS EN LA PRIMERA INFANCIA


Desarrollo, competencias y experiencias reorganizadoras son tres nociones estrechamente relacionadas entre sí que permiten describir la manera como los bebés y los niños se vinculan con el mundo.

El término desarrollo se entiende como un proceso de reconstrucción y reorganización permanente.

Cuando el estudio de este proceso ya había definido las características de las etapas de desarrollo y los desempeños de los niños en cada una de ellas, aparecieron nuevos hechos y teorías que obligaron volver a pensarlos.

Los hallazgos de la investigación sobre el desarrollo de los últimos veinte años, muestran que la concepción de este proceso en etapas secuenciales y acumulativas, con desempeños específicos para todos los niños, no era adecuada. Resulta necesaria una nueva formulación de desarrollo que tenga en cuenta la variabilidad del desempeño de un mismo niño a través del tiempo y los cambios que presentan las producciones de los niños de la misma edad; que dé cuenta de sus avances y retrocesos y de aquellos momentos en que coexisten viejas y nuevas concepciones.

La noción de competencia se refiere a capacidades generales que posibilitan los ‘haceres’, ‘saberes’ y el ‘poder hacer’, que los niños manifiestan a lo largo de su desarrollo.

Estas capacidades surgen de la reorganización de sus afectos y conocimientos al interactuar con los otros, con sus entornos y con ellos mismos.

La evolución de un ‘hacer’, propio del desarrollo inicial de los bebés, sirve para ejemplificar la transformación de las competencias. Inicialmente los bebés emiten, ‘hacen’ sonidos, diversos repetitivos y poco definidos que aún no logran organizar; posteriormente ‘saben’ emitir sonidos diferenciados que poseen un ritmo y una secuencia y después nos sorprenden cuando ‘pueden hacer’ un balbuceo para nombrar algo específico, por ejemplo, decir ‘te- te’ para decir tetero.

El término experiencia reorganizadora se refiere a un funcionamiento cognitivo que marca momentos cruciales en el desarrollo, pues ellos sintetizan el conocimiento previo y simultáneamente sirven de base para desarrollos posteriores, más elaborados.

Una experiencia reorganizadora más que acumulación, es el resultado de la integración de capacidades previas, que permiten a los niños acceder a nuevos ‘saberes’ y ‘haceres’ y movilizarse hacia formas más complejas de pensamiento y de interacción con el mundo. Por ejemplo, hacia los

tres o cuatro años, los niños son capaces de comprender las intenciones, emociones y creencias de otros, diferenciándolas de las propias. Se considera que esta capacidad de “comprender

la mente de los otros” es una experiencia reorganizadora porque integra ‘saberes’ y ‘haceres’ sociales, emocionales y cognitivos.